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Fascismo urbano. El porcentaje bonito de la población. ¿Esa belleza infame y altiva que persiguen los desarraigados? Pues no. Tan solo un quiebre, una depresión geográfica en medio de tanta montaña. Un valle caluroso y plano. Por fin una planicie en esta ciudad. Más bien vendría a ser, sí, esa belleza. La de la discontinuidad. La ruptura estética que construye una cara/llanura en medio de la irregularidad montañosa de los andes. Redundancia. Jamás una cara/alpes suizos, aunque tal vez sí una cara/pinireos. Pues sí, en efecto, a los guapos de mi adolescencia los conozco todos, y me los sé con nombre y apellido. Eran esos y no había más. Es increíble el egoísmo de natura en estos parajes, al menos hasta la generación anterior. De ahí la arrogancia de pueblerino que nos ha visitado a todos los más o menos blancos (de color, me refiero). Esa es la arrogancia provinciana que es igual en todos los niveles de sus usos estético/sociales. Es arrogante el que se cree brillante en tierra de opacos. Es arrogante el tuerto en tierra de ciegos. “Las flores del fango” de las que hablaba hoy con mi padre, aunque más bien nos referíamos a esas inteligencias a lo Benito Juárez.
Como una necesidad de hallar armonía hasta en la mugre, creo que el refugio perfecto del desolado antiestético, es la construcción. Yo soy un simple albañil, ya lo he dicho, tengo mi jefe allá arriba, o donde esté. Ese que me ordena lo que debo hacer, y es tan sutil y perfecto que creo que no existe y juro que es mi propia voz tratando de imitar mi voz. Una especie de Patiño encerrado en la cabeza del Monstruo de los Andes. Creo que el talento proviene de una esquizofrenia paranoide, a veces alucinatoria, socialmente aceptada. En esa necesidad de construir lo bonito (lo bonito arrabalesco o lo bonito socialmente aceptado) hallábame yo cual alumno de tercer grado que copió todo el deber de matemáticas al de al lado. Y todavía más estaba ¡bien! Es así que me saqué veinte sobre veinte gracias a ti y tu comida excelsa, gourmet. Pasé el año comiendo esas exquisiteces que me sacaron exclamaciones sacadas de un globo de texto de cómic. Definitivamente mi barriga te busca ansiosa… y discúlpame por ser tan visceral.
Todavía no he calentado mis pies…
Fernanda C. Toscano
15 noviembre, 2006
>Me acorde de toda la gente que considera que porque se te ve so so la extranjerada de tus ascendientes eres bonita-o.Que necedad…por todos los miles de dioses…Me alegro de conocer a otra de las pocas ,y serias, postulantes a filosofa de profesion.Un abrazo Dal.
Dalila
15 noviembre, 2006
>Hay Fer, ahí le damos. Pero aquí la filósofa eres vos, je je.Y sí pues, qué le vamos a hacer ¿no? Pero déjame decirte que mis únicos antepasados son algún Huáscar o Atahuslpa común y corriente, y un criador de chanchos ex convicto de apellido Benalcázar, Orellana o Pizarro.Otro abrazo para tí,Dal
Anonymous
15 noviembre, 2006
>lindo lindo!!!!!! podria yo decir en terminos culinarios que estas son unas palabras gourmet/comida fusion/andinointernacional!!!!!! gracias por estas pequeñas lineas, como dices, un honor que me hayas escrito!!!!!!!jajajajaja…. bueno si tu panza esta ansiosa, mis manos tambien por preparar algo que satisfaga esa voraz ansiedad!!!!! te espero…. no se olvidara veaaa (acento andino en lo último)muchos besos para tiEl Mono
Dalila
15 noviembre, 2006
>Moonoooo, ¡Hasta que por fin tienes voz en mi blog! Ja ja ja.Gracias por leerme, ya continuaremos con nuestras aventuras ario-chapulinescas, por ahora queda cumplir con las tripas. Creo que mi papá tenía razón con eso de que a los hombres se les conquista por el estómago. Ay cierto, yo no soy hombre. Je je. De seguro, no sea malito vea, invitará a comerrr!!!Besote.
Hiscariotte
16 noviembre, 2006
>Interesante variación del formato querido-diario, y maldita manía la de uno de intentar leer entre líneas.Un abrazo Dal.
Dalila
16 noviembre, 2006
>No es necesario leer entre líneas, si podemos desarrugar el traje sastre.Un abrazo.